El plan de Trump II
Hay una discrepancia.
Ya sabes que aquí te lo cuento antes porque me atrevo a decirlo.
Aunque sea un triple desde el otro lado de la cancha.
El tema es el siguiente.
EEUU está inmerso en un ajuste interno épico.
Llamemosle The Doge Government War.
Eliminar todos los gastos posibles y con ello reducir el déficit y la deuda.
Trump ha dicho “tenemos que reducir el gobierno”.
Al mismo tiempo, el amigo Donald sale diciendo que:
Quiere que se bajen los tipos.
Quizás EEUU no tenga tanta deuda.
Estas dos cosas se enmarcarían dentro de las políticas monetarias que hemos visto hasta ahora.
Esto es la patada adelante de inyectar liquidez con diferentes mecanismos y así todos contentos.
Esa es la discrepancia entre lo que están haciendo y lo que pide Trump.
Cualquier Presidente, salvo Biden que no se enteraba, quiere dejar un gran legado.
En EEUU lo tienen fácil porque son muy prágmáticos.
Si dejas la economía a tope y la bolsa en máximos, quedarás bien en los libros de historia.
En los últimos tiempos hemos visto que es relativamente fácil conseguir eso.
Inyectas pasta y todos felices comiendo perdices y mirando a otro lado.
Aquí se vuelven a juntar varias cosas de todo lo que he comentado esta semana.
El plan inicial es darle la vuelta al gobierno.
Hacer una reforma integral.
Cambiar el modelo.
Este cambio tan brusco y rápido que estamos viendo tiene tres problemas:
La resistencia interna del propio estado y deep state.
Por eso la velocidad de crucero en ejecutar las medidas.
Para pillar de sorpresa y que no haya tiempo de reacción.
La resistencia de la población a los cambios bruscos.
La mayoría de la gente prefiere lo que ya conoce aunque no sea lo mejor.
La incertidumbre de lo nuevo no suele ser bienvenida en la masa.
Para conseguirlo necesitas
Primero, degradar la situación hasta tal punto que el cambio sea una necesidad vital y el propio pueblo lo pida a gritos (esto lo hemos visto muchas veces).
Segundo, te hace falta un tipo que no tenga nada que perder y que por su imagen pública, la gente no se sorprenda de nada de lo que haga.
Donald Trump
Un cambio radical, no deja de ser arriesgado y por ello difícil predecir el resultado.
Aunque sobre el papel, la teoría te diga una cosa, ya sabemos como son los efectos de segundo orden y quizás el experimento te salga rana.
El peor escenario es que tu cambio genera una crisis.
A mi todo esta castaña de razones dispares y opuestas, me lleva a que el plan es decrecer para crecer.
Trump tiene que ir rápido para que sus medidas sean efectivas y aparezcan obstáculos.
Además, resulta que no tiene tanto tiempo porque en año y medio son las midterms y ahí podría perder algo de poder en alguna de las cámaras.
Trump tiene que ser rápido porque cuanto antes implementes los cambios, antes veremos los efectos.
Más vale entrar en crisis en tu primer año de mandato y tener tres por delante para recuperar.
No es mala estrategia, si lo vemos de la siguiente forma.
Por un lado, partes de que el sistema necesita actualizarse y reformarse.
Por otro, se ha llegado a una situación que por deuda igual es difícil crecer más, o mejor dicho, por cada punto de crecimiento basado en deuda, estas hinchando un globo que mejor que no te explote en la cara.
Así que te la juegas. Vas con todo porque tienes margen.
Le das un vuelco a todo y si esto deriva en una crisis, tendrás tiempo para salir de ella.
Incluso, mejor porque al haber reducido gasto y deuda, puedes inyectar todo lo que quieras y más. Sin miedo.
Y así volvemos a lo mismo de siempre, pero partiendo de un punto más bajo y más saludable económicamente hablando.
Acabas el mandato vendiendo una recuperación y crecimiento “never seen before”.
Esto la historia ya lo ha visto, solo que con guerras como motor de cambio.
Lo que sea it´s settled.
¡Hasta mañana!
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