El domingo estaba viendo Mulholland Drive.
Obra maestra del fallecido David Lynch.
De repente, en una escena random me dí cuenta del enésimo engaño.
Quizás la propia película se presta a ello y te activa el radar.
Es una película compleja y David Lynch juega con el espectador hasta la confundirte.
Volviendo a la escena.
Las dos protagonistas están buscando a una chica y ¿qué hacen?
Pues lo que hace no mucho era algo normal y corriente.
Cogen una guía telefónica y buscan el nombre.
Obtienen dirección y teléfono.
¿Lo pillas?
*
Joder.
Hace nada que nuestro nombre, apellidos, dirección y teléfono estaban publicados en un tocho de libro que cualquier tenía en su casa.
Incluso en las cabinas de telefono podías encontrar una guía de esas.
No quiero hacerte sentir mayor en el caso de que hayas vivido esa época.
No voy por ahi.
Voy por que tus datos personales estaban al alcance de cualquiera y no pasaba nada.
Nada.
No recuerdo histerias, ni ansiedades, ni crisis sociales, ni comisiones en el parlamento.
Que cualquiera te pudiese contactar era normal.
Incluso lógico.
También podías llamar a centralita y que te diesen el número.
Imagina eso hoy.
Piensa lo que ocurre ahora con todas las leyes de protección de datos y demás movidas.
Atrévete a dar un móvil o dirección sin consentimiento.
¡Hasta mañana!
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