Estado de Confusión
A mayor información, mayor confusión.
Tienes más datos, más fuentes, más opiniones, más de todo.
Sinembargo no tienes certeza de nada.
Verdad y posverdad en un bucle infinito.
Al final, el cerebro desconecta y busca lo que quiere escuchar.
Lo que quiere creer.
Así es más fácil y hay menos desgaste mental.
Si somos así será por algo ¿no?
¿Estrategia evolutiva de superviviencia?
¿La felicidad de la ignorancia nos ha salvado de morir a lo largo de milenios?
…
En este estado de confusión en el que vivimos, estamos anestesiados.
Nada nos impacta, nada nos afecta.
“Dos más dos es cinco.
Pues vale, si, eh… ¿cuánto me queda para salir del trabajo e ir al gim?”
El esfuerzo mental es improbo. La pelea del 2 contra el 1 de Kanheman.
El esfuerzo inconsciente de combatir esos mensajes que atacan nuestras creencias.
Tanto las más arraigadas como las más recientes.
No me refiero a creencias religiosas.
Me refiero a creencias políticas, nutricionales, de ocio, de inversión, etc.
En cualquier temática prima la viralidad frente al rigor.
Ya no hay mínimos con tal de conseguir clicks.
Todo vale.
Los mensajes fake entran fácil, pero los mensajes argumentados no.
En este entorno, huimos demasiado de la realidad.
Una vez más.
Es superviciencia y llevamos haciéndolo milenios.
Esa huida nos lleva a Netflix, Youtube y Hollywood.
Caes en la trampa porque aquí, son profesionales en colar mensajes subliminales.
Llegamos a consumir el contenido fritos, a punto de caramelo, con el sentido crítico en mínimos.
Somos carne de cañon y nos cuelan lo que quieren.
¡Hasta mañana!